miércoles, febrero 28, 2007

Chiloe en la mente


Desde chico siempre he preferido el calor al frió, la lluvia generalmente me caga de onda y me pone un poco stand by, no creí que esta rara sensación iba a cambiar alguna vez, quizás por eso no me entusiasmaba mucho el sur...la lluvia y la humedad le iban a quitar el sentido a mi calurosa idea de verano. Esto mismo pensaba una noche de este febrero en, que acampando en Chiloe, sentía la lluvia y el viento envolver mi carpa. Pero esta vez era todo diferente, esta vez el agua que dejaba caer la lluvia, un poco tormentosa, me tranquilizaba y me recordaba que era mi primera noche en un lugar lleno de historias, gente "más gente" y paisajes de esos de envase de leche.

Chiloe ya casi no es una isla geográficamente, pero no deja de ser una isla emocionalmente, si bien cada vez es más accesible, sus lugares cargados de historia, su arquitectura de ensueño, su gente dueña de una simpatía agasajadora y su oxigenante ritmo de vida lo separan a kilómetros luz de lo que entendemos por Chile sub o cuasi desarrollado. Pareciera que el mar calma la vida a las personas, que vivir en un rincón lejos del resto del mundo riega la imaginación y la alegría de su gente, que las particulares iglesias de madera florecieran solo con la lluvia de esos campos, que el humo lejano de un curanto cociéndose en la falda de un cerro ahumara e hiciera más sabrosa la vida de esos pueblos dispersos alrededor de la costa.

Deben ser cerca de las 3 de la madrugada y la lluvia ya casi es imperceptible, me asombra un poco, poder escuchar como alguna embarcación sale a la mar, como algun pajaro que no conozco (pq no tengo idea de nombres de pájaros) hace un ruido para avisar que la lluvia se quiere ir. El sueño me esta venciendo y mi pensamiento cada vez más se diluye en un sueño.