miércoles, julio 11, 2007

Egoísmo exacerbado

Esta son quizás las únicas líneas que, por estos días, escribo fuera de la tediosa tesis. Este es otro de esos inviernos que pasan rápido, que me tienen con un frió de mierda y que sirven para hacer el reciclaje habitual de los objetos de tu vida. Llámese objetos de la vida todas esas cosas y personas que hacen que la vida tenga algo de sentido y, en ocasiones, bastante sentido. Los amigos son objetos de la vida creo, son parte fundamental de ella y es común que uno los recicle, yo siempre los estoy reciclando, aunque existen algunos, una fracción muy pequeña, que por alguna extraña razón no caen en la regla, me imagino que porque son ya parte de la vida, los restantes, los que no que se vallan al carajo, que se los lleve el tiempo y que me los devuelva solamente si es necesario, solo si es necesario digo…porque el tiempo en el espacio que comparten los amigos no es para cualquiera, la complicidad en este caso se compra por separado y las sonrisas de amigo no se deben confundir con las teatrales sonrisas de conocidos. El invierno odiado como siempre me de esa posibilidad, de correr rápido y ver como esos amigos, que nunca lo fueron se pierdan en el horizonte al mirarlos hacia atrás, ver que esos insignificantes objetos de mi vida ya no me provocan afecto y se hacen sustituibles, y por supuesto me hacen pensar que su espacio puede ser llenado por alguna otra interesente amistad. Hay que ser egoísta y aprovechar esta temporada para mandar por el desfiladero a todos esos amigos que no supieron nunca que nuestra sonrisa no era una simple sonrisa sino que era un sincero voto de confianza. Hay que ser egoísta en estos inviernos para encontrar al amigo de siempre, aunque sea paradójico en estos casos hay que serlo.

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